jueves, 18 de noviembre de 2010

Cronica del viaje de mujeres a la India OCT 2010


Las mujeres que viajaron a la India
OCT 2010

Esta es una crónica del viaje de un grupo de mueres a la India, convocadas por Tali Reshef, realizado entre el 21 de octubre y el 3 de noviembre de 2010 y que fue una experiencia particular para cada una. Por ello, solo pretendo describir el itinerario cumplido, con algunas pequeñas notas. Los sentimientos y opiniones corren por cuenta de cada una de las “conejillas de India” de Tali, participantes pioneras de esta experiencia organizada desde una empresa con nombre de una fruta de la India: Mango Shape.

El viaje comenzó para algunas con muchos meses de antelación, pues el grupo tuvo oportunidad de reunirse varias veces en Barcelona, conocerse, hacer preguntas y ver crecer sus ilusiones. Las que no pudieron estar allí, recibieron también información muy útil sobre algunos aspectos de interés para que las costumbres de ese otro país no nos tomaran desprevenidas. Así, unas y otras se fueron preparando para el gran día del encuentro total en el aeropuerto del Prat.

Allí, en la mañana del 21 de octubre, nos juntamos con Tali: Antonia Andreo, Bárbara Navarro, Carla Ferrero, Josefina Roca, Sunsi (María Asunción) Hernández, Ángeles Pintó, Gabriela García, Marga Maroño, Maite Cases, Mireia Derch, Montse Domenech y Rosa Sentelles, todas de Barcelona, Castelldefels y Provincia de Barcelona; Rosa Blanca Moreno y Belén Hita, residentes en Marruecos, y Argelia Ferrer, de Venezuela. Partimos vía Estambul, donde se nos sumó Sara Barragón, quien venía de Alemania. Ya  en Delhi, se integró Diana Eidelman, desde Israel. Mujeres de cuatro continentes con un destino común que alcanzamos la madrugada del día 22.

Delhi nos recibió sin problemas, en un aeropuerto grande y moderno. Al subirnos al autocar, nos colocaron un collar de flores, gesto de bienvenida que se repetiría en algunas ocasiones. En la calle, la ciudad mostró su rostro normal, polvoriento, en movimiento. 15 millones de habitantes y 6 millones de vehículos en 700 km2 dejan irremediablemente su marca en el ambiente. En esa ciudad nuestro guía  se hacía llamar Pepe.

La primera actividad que realizamos fue la visita al principal templo sij de Delhi, el Gurdwara Bangla Sahib, que también es un centro de peregrinación para los hindúes. Tiene una gran cúpula dorada y originalmente fue un palacio propiedad del gobernante Jai Sing, en el siglo XVII. En 1664 una epidemia de cólera asoló Delhi y el gurú Har Krishan, quien residió en el palacio, ofreció a los afectados ayuda y agua fresca  procedente de su casa. Esa misma agua es considerada aún hoy como milagrosa, por lo cual los peregrinos la recogen para llevarla hasta sus hogares. Los sijs son la casta de los guerreros de la India.
El complejo del templo Gurdwara está construido todo en mármol e incluye cocina, un estanque, una escuela y una galería de arte. En su interior pudimos sentarnos relajadas y escuchar las plegarias cantadas (mantras), mientras la gente recibía el día con enorme devoción en este primer lugar sagrado que visitamos en India.

De allí fuimos directo al hotel The Connaugh, tomamos nuestro primer desayuno hindú, nos refrescamos y salimos a Hauz Khas Village, con algunas tiendas y un parque. El almuerzo estuvo complicado, no sabíamos qué pedir, a la hora de pagar fue un poco confuso, pero al final salimos de allí a un pequeño espacio verde donde realizamos el primer encuentro de grupo.

Seguimos el día 22 y desde el autocar vimos algunos monumentos. Visitamos el Art and Craft Museum en donde nos sorprendió una fuerte pero breve tormenta y su buena dosis  rayos, truenos, lluvia y granizo. Más tarde, fuimos de compras al Cottage House Imperium y a las calles cercanas a este centro de ventas gubernamental de artesanía local. La cena fue en el hotel Brodway, en el restaurante Chor Bazaar. Después, a dormir.

El sábado 23 continuamos conociendo un poco de la megalópolis. Iniciamos el día visitando el Rajghat, monumento en memoria de Mahatma Gandhi, un sitio lleno de visitantes nacionales y foráneos, así como muchos niños que se divierten saludando a los extranjeros. Al salir de allí nos esperaba la experiencia de subir a un rickshow y ver de esta manera Chandni Chowk. Después de subir a tope la adrenalina y sufrir o gozar el tráfico de la ciudad en un vehículo tan particular, subimos de nuevo al autocar para tener una panorámica de algunos monumentos, como, la puerta de India, la casa de Parlamento, la primera Delhi y el Qutab Minar –del siglo XIII.
Almorzamos en el restaurant Waves, por la tarde hicimos algunas compras y en la noche fuimos recibidas por mujeres cocineras, en Gurgaon, la Ciudad Milenium. Allí, en casa de Monisha Chatrah, nos hicieron una demostración culinaria. Monisha, Ekta, Sanguita y Anju prepararon delicias que pudimos probar, nos mostraron muchas especias y nos brindaron canapés y bebidas en un ambiente familiar y relajado. Recibimos una pulsera como  obsequio, así como una carpeta con recetas de cocina de la India.

En Pushkar y Jaipur
El domingo 24 a primera hora partimos en tren a Pushkar, la ciudad de Brahma. Una estación llena de gente que dormía en cualquier espacio o que se congregaba en los andenes. Dejamos Delhi despacio, viendo los suburbios, los campos, la gente, los colores. Nuestros ojos se iban por las ventanas, queriendo ver cada vez más. Tomamos desayuno en el tren, y al llegar a Ajmer, la estación de destino, tomamos otros rickshows hasta el bus que nos llevaría a Pushkar. Allí nos hospedamos en un hotel Pushkar Palace, con vistas al lago sagrado, donde al amanecer escuchábamos las plegarias y cantos matutinos de los devotos.

En la tarde fuimos a conocer caminando este pueblo lleno de sadhus, esos renunciantes que viven de la caridad, devoción, de monos, de  colores y de paz. Tuvimos como punto de encuentro la tienda de Ramú, quien junto a su padre, hermanos y sobrino atendió de muy buen grado a las compradoras  del grupo. En la noche tuvimos otro encuentro de grupo cuya pregunta central fue lo que más nos había impactado hasta el momento.

La visita a templos fue parte básica de este viaje. El lunes 25 escuchamos al amanecer los cantos de los fieles y a primera hora subimos al monte Ratnagiri, donde está el templo de Savitri, construido en 1687. Savitri es la desolada esposa de Brahma, quien lo rechazó pues él había tomado otra mujer, la joven Gayatri, por lo cual la diosa se recluyó por siempre en esa montaña. La vista a lo lejos del lago, la ciudad y sus alrededores, es un premio al esfuerzo físico de subir al lugar. Allí hicimos una meditación en silencio, que nos llenó de energía para continuar el día en paz.

En este día también tuvimos una pooja (puja –ofrenda, rezo, bendición-) para las mujeres del grupo. En Pushkar está el único templo dedicado al Señor Brahma, la faceta que de la divinidad que representa la creación y es un lugar muy importante para el hinduismo. Una jornada bastante espiritual que se convirtió en la tarde, en una fiesta para los sentidos, con el paseo a camello en el desierto, viendo la caída del sol tumbadas en unas alfombras, degustando un delicioso chai (té con leche de búfala y masala), unas galletitas, y para rematar, una cena de gala en Lavish Boufett y bailes típicos rajastanís y salida de la luna llena. Fuimos a dormir con el alma y el cuerpo complacidos.

Dejamos Pushkar a primera hora del jueves 26 y en el camino a Jaipur visitamos Kishangarh o Salt Lake City. Paramos en tiendas de mármol a la orilla del camino. Este día tuvimos la visita al taller del textil de Kalash y Heimant, ubicado en Sanganer, ciudad famosa por la elaboración manual de sus telas impresas a mano. Allí pudimos experimentar una pequeña parte del proceso de impresión con moldes de madera sobre lienzos blancos, todo bajo la instrucción de un viejo maestro dedicado a enseñar a los jóvenes del lugar y del mundo un arte que se ha ido perdiendo con el tiempo por la introducción de máquinas en la fabricación de telas. También hay un taller de cerámica. Almorzamos allí un plato típico, el tahalí, que consiste en una bandeja con pequeños platos de distinta naturaleza y con picante –como es característico de la comida del país. Fuimos a la tienda de la familia y luego, al anochecer, visitamos Chokihi Dhani, un parque temático sobre Rajastán, con distintas atracciones.  Al regreso al hotel Arya Niwas nos esperaba un concierto de cítara y tabla, con los deliciosos y dulces sonidos de cuerdas y percusión de esos instrumentos tradicionales de la India.

Siguiendo el recorrido por lugares sagrados del hinduismo, el miércoles 27, a primera hora, fuimos al templo de Galtaji, o templo de los monos. Es un antiguo centro de peregrinación, con diversas edificaciones, entre ellas estanques donde la gente toma baños purificadores. En el tope está el templo del Dios Sol, y en una pequeña terraza hicimos una meditación dirigida por Diana, además de la pooja. Según el guía, no se sabe de dónde sale el agua que corre por el lugar.

Luego visitamos el Dream House y el taller de Rajú y Sima, en el lugar se realiza trabajo con vidrios reciclados, a cargo de las mujeres del pueblo. Ese día, la anfitriona hizo una pequeña ceremonia para dos de las mujeres que cumplimos años ese día: Argelia y Josefina, con  incienso, velas, flores, pastel… y también pudimos disfrutar un delicioso almuerzo tradicional. Sima nos abrió las puertas de su Casa de los Sueños, un edificio de planta octogonal, con su habitación y una terraza con vista magnífica, en donde nos explicó qué significa ser un jain,  religión que practica una minoría de la India.
De vuelta a Jaipur, la ciudad rosada, la capital de Rajastán, construida en 1728,  pudimos ver el Palacio de los Vientos (Hawa Mahal) una imponente fachada sin edificio, que servía para que las mujeres del maharajá, las maharanis, vieran al gobernante cuando regresaba a la ciudad, así como las diferentes procesiones de la ciudad, sin ser vistas. También visitamos Y hemos visitado el palacio y el museo de la ciudad de Jaipur, en donde hasta hoy en día reside el Maharajá de Jaipur. Pudimos observar los galones de agua del Ganges que llevaba el mandatario en sus viajes, las increíbles alfombras, y la colección de ropa que pertenecía a la familia real.
En la noche estuvimos un rato, que nos pareció corto a todas, en el cine Raj Mandir, considerado el mejor de India. La película Aakrosh (La rabia), de reciente estreno, es una muestra de lo que propone la industria de Bollywood en el séptimo arte. De allí, a cenar en el típico restaurant Handi, y a comentar el film que acabábamos de ver, entre tantas conversaciones que mantuvimos en nuestro itinerario fantástico.

El jueves 28 hicimos medidación a primera hora, con la orientación de Diana. Después del desayuno visitamos el castillo de Ambar, a lomos de elefantes. Este fuerte-palacio-ciudadela fue construido en el siglo XVII sobre una colina. Está ricamente decorado y tiene vistas fantásticas. El joven Ganesh nos sirvió de guía y entre chistes, nos explicó que para conducir en la India se necesita tener buenos frenos, bocina y mucha suerte. Todas lo pudimos constatar.

Esta visita nos dejó muy animadas, y de allí nos fuimos directamente a la aldea de Achrol, donde vive la familia de  Tara. Allí nos recibieron con música y bailes, comidas y chai. Tara nos enseñó su siembra y pudimos amasar un poco de chapati. Hubo mucho baile (Bárbara se llevó la corona como bailarina rajastaní) y aprendimos que para pedir un beso se dice “puchi-puchi”.

De la aldea regresamos a nuestro hotel para refrescarnos y ponernos bonitas, fuimos al hotel Shahpura House, donde nos recibió Ratna Kumari, una maharani muy moderna, emprendedora y con ambiciones políticas. Al final de la conversación llegó su marido el maharajá, muy a lo moderno también. La cena en la terraza del hotel fue muy grata y cerró con broche de oro ese día tan intenso.

En Agra y de nuevo en Delhi
Los días pasan llenos de actividades, pero siempre hubo un momento de reflexión. Tali nos leía a diario alguna palabra con su significado. Así hizo referencia a la bondad, la mujer, el sufrimiento, el color, la alegría, las costumbres, la riqueza, la paciencia, la realidad,  la creencia y la oración. Llegó el viernes 29 cuando dejamos Jaipur para viajar a Agra, la ciudad del Taj Mahal, acompañados del guía Goyal. Allí nos hospedamos en el hotel Utkarsh Vilas.

A unos 40 Km de Agra está Fatehpur Sikri capital del gran emperador mogol Akbar, una ciudad abandonada en el desierto por falta de agua que se convirtió en pueblo fantasma, pero que conserva plenamente su belleza. Otra de nuestras visitas del día fue el Red Fort y luego  visitamos la residencia para niños y ancianos  de la congregación de la Madre Teresa de Calcuta, donde las mujeres llevaron regalos para ofrecer a la institución. Las monjas recibieron al grupo con mucha alegría y las mujeres tocadas en su corazón, subimos silenciosamente al autocar   para terminar el día en nuestro hotel.
El sábado 30, a las 6 y media de la mañana, visitamos el Tal Majal, construido en el siglo XVII como ofrenda de amor del Shah Jahan a su difunta reina Muntaj Mahal. Mucha gente, muchas fotos, mucha belleza. Ir a primera hora nos permitió disfrutarlo un poco más, con menos congestión, como amerita estar en un lugar tan especial. Pudimos ingresar al interior y caminar por los lados del edificio, y así ver el río Yamuna en la parte posterior de este templo al amor.

Luego del desayuno partimos a Delhi de nuevo, para poder partir a nuestro próximo destino, las Himalayas. En el camino tuvimos que hacer una parada de hora y media pues se dañó el aire acondicionado del autocar. Cuatro camionetas tipo Van nos rescataron y nos dejaron en Delhi después de un recorrido por esos caminos tan particulares de India, que incluyó el almuerzo en un McDonald. En la tarde, de nuevo pudimos recorrer el Main Bazaar, un mercado que se encuentra en el barrio de Pahar Ganj  de Delhi, cercano a nuestro hotel, el Jyoti Mahal.

El domingo 31 nos tocó, otra vez, madrugar. Tomamos un chai muy cerca del hotel y allí pudimos ver lo que algunas de las mujeres llamaron “el spa” donde dos jovencitos lavaron su ropa y se bañaron con un pequeño grifo de agua, bajo la mirada curiosa de nosotras y la indiferencia de quienes están acostumbrados a ello. Luego, de nuevo a la estación del tren para viajar a Haridwar. En esa estación se respiraba otro aire y salimos de allí en rickshows tirados por caballo.

En Haridwar y Rishikesh
Haridwar significa “la puerta de Hari, o Vishnú” está situada en la margen derecha del Ganges, entre un paisaje lleno de verdes,  al pie de los montes Shivalik, donde comienzan los   Himalayas. Su altura es de 290 m.s.n.m.  y su aire es limpio. El Ganges purifica a los que se bañan en sus aguas, por lo cual se convierte en uno de los lugares de peregrinación más santos de los hindúes, que acuden desde hace siglos allí,  en especial el 13 de abril, cuando comienza el año solar hindú y se cree que en esta fecha apareció el río Ganges. Nuestro guía en esta ciudad y en Rishikesh fue el joven Amit.

De allí nos trasladamos a Rishikesh, el lugar donde reside Dios, o puerta del reino de los dioses.  Nos registramos  en el hotel Great Ganga y en la tarde fuimos testigos de la ceremonia Arti en Parmath Ghat (las ghat son esas escaleras que llevan al río o lago). Los estudiantes de los ashrams, músicos, visitantes, todos sentados en torno a un fuego encendido al costado del río al que se le agradecía la vida, la “Madre Ganga”, vimos la caída del sol, presenciamos y sentimos la devoción de los devotos y pudimos también poner en el río nuestras ofrendas con velas encendidas.
Se acabó octubre y en Rishikesh comenzamos noviembre. El día 1º, a primera hora, tuvimos sesión de yoga en la  terraza del hotel, desde donde se ve muy cerca el Ganges. Después del desayuno emprendimos un viaje en camionetas 4x4 hacia  a Kunja Puri, un templo dedicado a la diosa Durga (una encarnación de Parvati), situado en los bajos Himalayas desde donde pudimos ver las cimas nevadas de estos montes. El trayecto, lleno de curvas y de monos, de verdes, de vistas, fue de por sí una experiencia. Allí, en lo alto, hicimos la última meditación dirigida por Diana.
Ese día también pudimos atravesar los puentes Ram Jhoola y Luxman Jhoola, los hermanos sagrados. En la tarde tuvimos un encuentro de más de una hora con el gurú Swami Dharmanand del ashram Swarg, quien nos habló sobre el yoga y sobre la concepción hinduista de las edades de los seres humanos. Se considera que esta es la capital del yoga. Contestó algunas preguntas y dijo muchas cosas, como que el propósito de la vida en encontrar la paz interior, luz, alegría y tranquilidad dentro de uno mismo. También se refirió a que somos alma, que por naturaleza somos perfectos y felices, benditos, puros. Cuerpo y mente son instrumentos para experimentar el mundo pero si el instrumento no está limpio  el alma no podrá expresarse. Explicó su  visión sobre la alimentación,  la crianza de los hijos, la sexualidad en los jóvenes, la no violencia, la edad adecuada para el matrimonio y la búsqueda de pareja, los miedos y en definitiva, el uso del yoga para ser una mejor persona independientemente de la religión que se profese.

Esa noche tuvimos el último encuentro del grupo, en donde cada una de nosotras recibió un regalo del universo… Antes, nuestra Tali había pedido que compráramos un obsequio que ese día llevamos envuelto y pusimos en el centro del cálido salón de reuniones del hotel. Luego cada quien tomó uno, al azar, y explicamos lo que nos estaba dando el universo con ese regalo que significó, para cada una, un mensaje, una enseñanza, una sorpresa. Cerramos esa noche de tan mágica manera y nos recogimos con vista al siguiente día que continuaríamos nuestro viaje por la India.
Comenzó el regreso
El jueves 2 regresamos a Delhi, en un viaje muy largo, pues el tráfico en India es bastante pesado. En el camino comimos en el restaurant Cheetal, que tiene un parque lleno de flores y plantas varias. Al final de la tarde, al fin, llegamos a la ciudad y pasamos directamente a la casa de la familia Guptal, propietarios de la agencia Paradise, que fue la compañía que brindó el apoyo a nuestro viaje en la India. Allí nos pusimos saris, nos tomamos fotos, brindamos, comimos, conversamos con los dueños de casa y al final, hicimos una despedida con canciones a Sandeep Kumar, gerente de operaciones de la compañía quien acompañó al grupo para resolver cualquier situación que se presentara. Y lo hizo muy bien.

La palabra del último día tenía que ver con la oración: Rezar, para llamarnos la atención en esa forma de puente entre la Divinidad y el ser humano, que se nos manifestaba como el puente entre la India y cada una de nosotras. Rezar, dijo Tali, es pedir y creer y cada una de nosotras ha creado su propio puente. Ella quiere agregar un proverbio inglés a esta parte de la crónica, que nos viene de perlas: “Para aprender a rezar no hay como viajar por mar.” ¡O viajar a la India!

De allí al hotel y en la madrugada del 3 de noviembre, dejamos India, rumbo Barcelona con una larga espera en el moderno aeropuerto de Estambul. En el Prat, los abrazos de despedida y de saludo, y  nuestros corazones de mujer llenos de muchas emociones y sensaciones, que se han ido decantando cada día, configurando un recuerdo personalísimo de esta India que compartimos y que estas líneas han querido fijar, aunque sea brevemente, para que la memoria tenga alguna muleta a la hora de recordar nombres, lugares y fechas de este viaje físico y espiritual que emprendimos, con buena fortuna, en un irrepetible momento de nuestras vidas.

Namasté
Argelia, en Mérida, Venezuela, el 11 de noviembre de 2010


Tags: Turismo femenino, mujeres viajeras, organización de viajes, viajes mujeres, viaje mujer India, viajes mujeres India, viajar sola, grupo mujeres, viajes organizados mujeres, encuentros de mujeres, viajes a medida India, viajes personalizados India.

lunes, 8 de noviembre de 2010

DE VUELTA A CASA

Hemos vuelto del viaje…  el cual fue una experiencia única, para mí y para cada una de las hermosas mujeres que han tomado parte en este viaje, en esta aventura.

El viaje ha transcurrido como un sueño; hemos conocido a Madre India de una manera especial, diferente y única. Hemos podido mantener encuentros con las diferentes caras de las mujeres de la India, compartir con ellas sus tareas diarias, sus sueños, alegrías y deseos. Nos han dejado una puerta abierta, para entrar y conocer sus vidas.

Pudimos aprender y conocer la vieja cultura de la artesanía y de los artesanos de este inmenso país, casi continente. Hemos realizado y experimentar talleres de trabajo artesanal, de textil y mosaico. Nos hemos impresionado por los palacios y los castillos de las diferentes dinastías de este país, siempre con un latido fuerte en el corazón, por ser afortunadas de vivirlo.  

Hemos compartido momentos íntimos, espirituales y hemos cruzado juntas, mano a mano por un viaje tridimensional, externo e interno a la vez. Pudiendo conocer nuevos lugares y nuevas culturas, hemos viajado por tren, camello, autobús, elefante y rickswa...
Nos hemos cruzado con una Maharani, con un Guru, con una clase de yoga y con un Chai y otros muchos Bidis!!!

Nos llenamos de colores, costumbres, olores, dioses, mercados, creencias, sabiduría y hemos formado un grupo, con el respeto y el lugar de cada una y para cada una.

Todo lo ocurrido ha sido parte de este viaje tan especial y tan difícil de explicar y transmitir en palabras.

Gracias a cada una y a todas por ser y por estar!

Hasta el próximo...

Tali