Día 4 – Udaipur – 27 OCT 2013
A primera hora de la mañana
tuvimos clase de yoga. Todas íbamos ilusionadas y con ganas de ejercitar el
cuerpo. El caso es que el profesor era… pesado, seamos sinceras. La clase no
fue muy buena porque los ejercicios eran duros y más que relajarnos nos dejó
más tensas de lo que ya estábamos.
Luego, sí que tuvimos algo
muy relajante y placentero, un paseo en barco por el lago Pichula, el mismo que
estuvimos el primer día en Udaipur. Duró más o menos quince minutos hasta
llegar como a un palacio en medio del lago, en la isla de Jag Mandir, donde
tuvimos tiempo para hacer fotos y pasear por el precioso hotel i sus jardines.
Finalmente volvimos a tierra firme para ir al mercado de Udaipur. Después de
pasear por el mercado hicimos el camino de vuelta para el autocar, por el
camino, de improviso, nos encontramos un elefante con su “jinete” los cuales
recibieron muchísimos flashes por nuestras fotografías. Y de vuelta al hotel.
La tarde la teníamos
completa, primero nos dirigimos al orfanato de la Madre Teresa de Calcuta.
Donde estuvimos un rato con los bebés y los niños y niñas, quiénes estaban muy
bien cuidados; limpios y bien nutridos; una alegría para nosotras. Nos
despedimos de esos adorables niños, que no querían que nos fuéramos. Eso es lo
que más impacta, cuando estás a punto de irte es cuando te cogen más cariño, pero
ya te tienes que ir.
Entonces nos dirigimos a lo
opuesto de lo que habíamos visto hacía unos instantes. Visitamos la casa de una
familia rica, atribuida con todas las comodidades.
Nos recibieron
fantásticamente, en el salón había un pica-pica antes de la cena, de mientras
había una señorita haciéndonos “henna” en la mano. Después de picar algo,
tuvimos una clase de cocina con la ama de casa. No la pudimos aprovechar mucho,
porque la cocina de esa casa era pequeña para un grupo de veinte mujeres y además
el calor de la cocina nos impedía concentrarnos, aunque sí que nos reímos y nos
lo pasamos en grande. Después de un tour por la casa y pintadas todas la manos
o pies de “henna”, llegó la cena. Había demasiada comida, nos empachamos mucho
porque estaba muy buena y disfrutamos cada segundo, con el aire tan bueno de la
terraza.
Al terminar, dimos regalos a las mujeres que había, la ama de la casa,
Anu, y dos amigas suyas, una de ellas llamada Kristal, y tuvimos actuaciones de
todo tipo; desde el propio hindú hasta sevillanas y también una de
china-japonesa hecha por la actriz del grupo.
Finalmente volvimos al
hotel, muertas después de un día espléndido pero agotador, como todos los que
nos esperaban.
Día 5 – Ranakpur – 28 OCT 2013.
¡Adiós Udaipur!
Antes de llegar a nuestra
siguiente ciudad y hotel, hicimos muchas paradas. Primero en Eklingi, un lugar
espiritual, lleno de templos muy antiguos, señoras vendiendo flores y gente
visitando y rezando a los dioses de cada templo. En el templo principal, nos
sentamos con la gente natal y contemplábamos como cantaban y rezaban para ese
Dios que no recuerdo.
Después nos encaminamos al
castillo de Kumbhalgarh, con una parada antes para descansar. Algunas comieron,
lo que se dice comer bien; por unos cuatro euros, teníamos más de diez platos
llenos de comida, más el fabuloso pan y bebidas. Y otras tomaron el chai, no
les hacía falta nada más.
Al terminar cogimos unos jeeps
bien chulos y subimos en cinco minutos hasta el castillo de Kumbhalgarh. Allí
nos acompañó un guía explicándonos la historia del castillo y otras cosas.
Subimos ese inmenso castillo hasta la parte más alta, mientras veíamos poco a
poco como el sol se hundía entre las montañas. Finalmente bajamos para irnos al
hotel de…
¡Ranakpur!
Ya era tarde y todas
estábamos muertas de sueño, pero al llegar al hotel de Ranakpur Hill Resort nos
quedamos alucinando todas, como estábamos en fechas del Diwali, la fachada del
hotel estaba cubierta de luces de colores muy bonitas. Nos recibieron muy bien,
como en el hotel anterior, con una cadena de flores frescas y una sonrisa en la
cara. Nos tenían preparado un fuego, en plan hoguera, y chai y té. Fue muy
divertido ese momento, todas en círculo alrededor del fuego calentito,
charlando y riendo, incluso llegamos a jugar a un juego de esos de campamento,
en el cual cada grupo tenía que cantar una canción, ¡eso sí que fue gracioso!
Luego cada una se fue a su
habitación después de un larguísimo día muy aprovechado.
Día 6 – Bhenswara – 29 OCT 2013.
Nuestro despertar en Ranakpur
fue muy tranquilo. Tali nos llevó de excursión a primera hora de la mañana,
antes de desayunar o tomar cualquier cosa, porque dijo que nos tenía una
sorpresa preparada; aunque algunas se olvidaron o se saltaron las normas y
tomaron su café matutino.
Paseamos por una zona muy
verde y limpia. Por el camino pasamos por un poblado donde uno de los
trabajadores del hotel vivía, un poblado no muy limpio, en unas condiciones no
muy buenas y la casa de ese señor no digamos que fuera una maravilla, ¡aunque
estuviera trabajando en el hotel! Pero se les veía felices, que eso es lo más
importante.
Al llegar al final de
nuestra excursión, vino la parte más bonita. Teníamos delante de nosotras el
paisaje más impresionante que había visto hasta entonces en el viaje. Un lago
inmenso y bellísimo, brillando y resplandeciendo con cada olita producida por
el aire, con unas montañas a lo lejos bien verdes. Ese hermoso paisaje se
acompañaba bien con una taza de chai caliente y unas galletas, y después del
paseíto esa taza sabía mejor que nunca.
Volvimos al hotel para
ducharnos, hacer las maletas y desayunar.
Luego al lado mismo del
hotel había un taller artesanal que producía el “duri” una alfombra hecha a
mano en esas zonas del Rajasthan. Así que, nos enseñaron como se hacía y
entonces nos mostraron todas las diferentes alfombras que tenían en venda.
Algunas compraron alfombras, otras pañuelos muy lindos, pulseras, collares…
Entonces nos dirigimos al
templo Jainista de Ranakpur, el más grande y
uno de los más importantes de la
India. Nos recibió un jini, un sacerdote en la religión cristiana, es decir,
una persona muy importante en la religión. Éste nos enseñó como sonaba el gong
del templo y nos hizo una meditación donde él nos bendecía y nos deseaba lo
mejor.
Finalmente llegamos a
nuestra siguiente ciudad del Rajasthan, Bhenswara. Una ciudad pequeñita, al
parecer tranquila, aunque al bajar del autocar todos los niños y niñas nos
rodearon para conseguir lo que tuviéramos (suena un poco violento o agresivo,
pero no lo es…).
El hotel era simplemente
abrumador. Un hotel que antes era una vivienda de la misma familia que ahora
dirige el hotel y es la propietaria. Un hotel como un palacio de cuento de
hadas. Al entrar nos colocaron, en vez de una cadena de flores frescas, un collar
de tela de diferentes colores; y nos sentamos en uno de los jardines bebiendo
unos refrescos de zumos naturales que nos ofrecieron.
Por la noche nos vistieron con
unos saris preciosos, las típicas telas hindúes que utilizan las mujeres. Y nos
sirvieron la cena en la parte delantera del hotel, en el exterior y delante de
la piscina. Mientras cenábamos sonaba la música que tocaban y cantaban los
músicos. Por supuesto, después de cenar, algunas de nosotras bailamos al son de
la música hindú.
Y nos acostamos para
descubrir lo que el día siguiente nos deparaba.
Día 7 – Bhenswara – 30 OCT 2013.
Aquella
mañana empezó con una preciosa meditación en una de las
azoteas de nuestro
hotel, durante el amanecer. Empezar de esta forma nuestro día nos daba
muchísima paz y energía para emprender una nueva aventura. Después del
desayuno, salimos a visitar el pueblo de Bhenswara por sus calles de tierra, y
como siempre en India, la amabilidad de sus habitantes nos permitió entrar en
casa de algunas familias, que nos las mostraban orgullosas. Los niños nos
seguían allí donde íbamos y continuamente nos pedían que los fotografiáramos,
encantados de verse después en aquellas pequeñas pantallas. A continuación, nos montamos
en nuestro autobús para viajar a un pueblito cercano a Bhenswara para dar un
paseo por el mercado de Ahore, dónde pudimos disfrutar de varias compras y del
ambiente previo al Diwali, con los habitantes locales comprando adornos y
vestidos especiales para los
niños.
Al
volver al hotel para tomar un almuerzo, el dueño de este trajo a los niños del
pueblo para que pudieran recibir los pequeños regalos que habíamos traído de
nuestras casas: libros, libretas, lápices de colores, adornos para el pelo… Nos
sorprendió de nuevo, el gran agradecimiento que los niños mostraban por el más
mínimo detalle, lo respetuosos que eran entre ellos y las enormes sonrisas que
nos mostraban.
Aquella
tarde, fue mágica. El dueño del hotel y otros trabajadores nos llevaron en jeep
a visitar poblados rurales de la región, donde la gente estuvo encantada de
recibirnos y de mostrarnos sus casas, pozos de agua limpia y animales. Sentí
aquí cierta impotencia al ver que los regalos que habíamos traído de occidente,
eran insuficientes, ya que la cantidad de niños que había en cada pequeño
pueblo era asombrosa, y que había carencias materiales enormes, aunque nunca
faltaban las sonrisas y los gestos de cariño por parte sobretodo, de las
mujeres y los niños.
Nuestra tarde acabó en el
desierto, observando la puesta de sol en un sitio que apenas había podido
imaginar que existiera. Las montañas que nos rodeaban eran increíbles, y fue ahí
donde comprendí el significado del silencio absoluto y de la fuerza de la
naturaleza.
Tomamos
en este ambiente un chai, y ya en la
máxima oscuridad del desierto, regresamos al hotel.
Al
volver a nuestras habitaciones, nuestra
querida Tali había dejado una sorpresa en nuestras camas: un traje de Diwali
para cada una, para poder vestir esa noche en nuestra celebración particular de
la fiesta, ya que aunque no era estrictamente la noche del Diwali, muy
acertadamente la celebramos en ese ambiente tan rural y tranquilo. Comimos y
bailamos con la música en directo que tocaron los chicos del hotel, y con
alegría y cansancio, nos acostamos sabiendo que al día siguiente dejábamos ese
maravilloso lugar y partíamos hacia Jodhpur, la ciudad azul.
Aquella
mañana, cuando salimos del hotel para cargar nuestras maletas al autobús, los
niños del pueblo nos esperaban para mostrarnos los dibujos que habían hecho con
los regalos del día anterior, y todas dejamos Bhenswara con una sensación
sobrecogedora y alegre en nuestros corazones.
Día 8 – Bhenswara/Jodhpur – 31 OCT 2013.
Después del viaje hacia la
Jodhpur, de habernos instalado en el hotel y de tomar ahí un tentempié,
partimos hacia el fuerte Mehrangarh, lugar desde el cual pudimos observar las
increíbles vistas de la ciudad azul, cosa que supuso un gran contraste teniendo
en cuenta el lugar tan rural del que veníamos.
Al
bajar del fuerte, nos dirigimos a pie hacia el mercado de la torre del reloj
por unas calles muy empinadas que casi suponían un reto. La plaza donde se
encontraba el mercado, estaba llena de gente comprando y vendiendo a pesar de
ser la última hora de la tarde, y por primera vez en nuestro viaje, la vuelta a
casa la hicimos en rickshaw, unos
vehículos motorizados en este caso, que para nosotras, eran más una atracción
que un medio de transporte, por lo divertidísimo que resultó montar en él.
Durante
la cena en nuestro hotel, donde pudimos comer un pollo braseado delicioso, nos
visitó el padre del dueño, con el que pudimos compartir un cocktail y algunas experiencias.
Día 9 – Jodhpur/Pushkar – 01 NOV 2013.
Esta mañana emprendimos el
viaje hacia Pushkar con una gran emoción, las veteranas porqué se reencontraban
con su adorada ciudad y las novatas porqué íbamos a conocer las maravillas de
ese lugar. Por el camino, paramos en un auténtico “bar” de carretera rajasthaní
para comer algo ligero y continuar el viaje. Ahí no había ni rastro de
turistas, y la gente local nos miraba con amabilidad, y se reía a causa de la
curiosidad que les producía un grupo de mujeres viajando solas, comiendo en un
lugar como aquel, fumando tabaco y riendo continuamente.
Al
llegar a Pushkar tuvimos que aparcar fuera de lo que era la zona sagrada de la
ciudad, ya que ahí no se permiten coches, y nada más bajar del autobús,
sentimos que habíamos llegado a un sitio especial. Nuestro hotel era una
maravilla, un antiguo palacete con vistas al lago de Brahma, las mejores vistas
de Pushkar.
Tuvimos esa tarde libre, para
poder pasear, comprar, conocer gente… Personalmente me enamoré al instante de
la ciudad. Al atardecer, muchas de nosotras nos sentamos cerca del lago a ver
la puesta de sol, rodeadas de sadhus meditando, monos que vigilaban de cerca si
comíamos algo delicioso y la increíble energía que ahí se respiraba. Por la
noche cenamos en la terraza del hotel e hicimos un encuentro dedicado a crear
un círculo de energía.
Día 10 – Pushkar
– 02 NOV 2013.
Nos levantamos muy temprano, antes de la madrugada, a eso
de las 05:00, para poder llegar a la cima de la montaña y contemplar el
amanecer. El autobús nos llevó a los pies de la montaña y de allí subimos
acompañadas de los primeros rayos de sol, cada una a su ritmo. Llegamos a la
cima con total harmonía con el sol. Una vez allí apareció el sol detrás de las
montañas. ¡Que vista más increíble! Pudimos apreciar el amanecer con todo
nuestro corazón en total paz y tranquilidad, fuimos testigos del nacimiento de
un nuevo día, qué milagro… Entramos al templo de Savitri, la primera mujer de
Brhama (el dios creador), que a continuación a un suceso-que explicaremos en
otra ocasión- se decidió quedar en la
montaña, observar a Bramha desde allí, y no bajar más. Allí hicimos una
meditación con el calorcito del sol acariciando nuestras caras y las campanadas
del templo con sus devotos acompañándonos.
A continuación tomamos unos de los
mejores
chai que tomaríamos en este
viaje, valía la pena subir para poder disfrutar y saborear tanto un
chai. Nos acompañó una familia entera de
monos que viven ahí, y con nuestro guía local Lala, improvisaron un espectáculo
saltando desde su cabeza, comiendo galletas. Al final también se apoderaron de
nuestros frutos secos… Regresamos al hotel para desayunar y seguir el día que
había comenzado de una manera muy especial.
Día 11 – Pushkar / Jaipur – 3 NOV 2013.
Empezamos la mañana con una clase de yoga en la
terraza del hotel, acompañadas por el amanecer de un nuevo día. Con un
magnifico profesor de yoga, que además de ofrecernos una bella clase, nos dio
más consejos para la vida. Y nos dijo que para mantener una buena salud solamente
se necesitaba practicar a diario el Surya Namascar (el saludo del sol). Eso sí,
varias veces. Tocaba despedirse de Pushkar, una misión no muy fácil, ya que
aquí siempre queda una parte de nuestro corazón. Nos despedimos sabiendo que
algún día volveríamos.
Viajamos a Jaipur, la ciudad rosada, la capital del
Rajasthan, una ciudad grande y colorida. Nosotras llegamos en la víspera del
Diwali, noche de petardos y fuegos artificiales, un poco como San Juan, pero al
estilo hindú, todo, de todo. Y así nos encontramos con las calles de la ciudad
abarrotadas de gente que hacían sus últimas compras de ropa y dulces. Las
tiendas acababan ya con los últimos preparativos, casi listas para el rezo, la
bendición del sacerdote, con el incienso, las velas, las estatuas de los
diferentes dioses… Todo adornado y preparado para celebrar la más importante de
las fiestas hindúes: la fiesta de la luz, el año nuevo, que significa en la
religión hindú la victoria del bien sobre el mal
Empezamos la visita de Jaipur, en el complejo del palacio
de la ciudad y Jantar Mantar, el observatorio astronómico de la ciudad
construido por el Maharajá de Jaipur Jai Singh II entre los años 1724 y 1730,
el cual sigue todavía funcionando... En la entrada al complejo nos encontramos
con el mercado “negro” o de último momento de petardos. Una imagen inolvidable,
ya que cada uno quiere tener algo de explosivos para poder celebrar el Diwali
como dios manda.
Por la tarde gozamos de otra experiencia inolvidable
llena de música y colores ya que fuimos al cine Raj Mandir a ver una película
de Bollywood. Este cine es una sala de lujo, que hasta hace unos años era la
más grande de Asia. Vimos una película recién estrenada llamada: “Krrish”, un superman al estilo hindú, que salvaba el
mundo. Por supuesto que no faltaron las canciones y el tema principal tenia
(como no), una frase en español: “Hola amigo…”.
Cerramos la noche con una cena lujosa en nuestro moderno
hotel, y aprovechamos que desde la terraza podíamos disfrutar del increíble
espectáculo de petardos que iluminaron y adornaron el cielo de la ciudad de
Jaipur en la noche del Diwali.
Día 12 – Jaipur / Delhi – 4 NOV 2013.
Aquella mañana
fue otra afirmación para recordarnos que éramos Las Reinas del Rajasthan.
Subidas a lomos de elefantes subimos hasta la fortaleza de Ambar, una de las
fortalezas más bellas de todo Rajasthan, donde el Maharajá de Jaipur solía
pasar los calurosos veranos. Para las viajeras más veteranas -que ya conocían
la ciudad de Jaipur de anteriores viajes - se les ofreció otra opción: una
mañana muy personal, visitando un médico ayurvedico, tomando un verdadero Lassi
(una bebida típica con leche de búfala) en vaso de barro, y un paseo por las
calles del mercado de Babu Bazzar.
Una vez nos volvimos a encontrar todas, tomamos rumbo al
pueblo de Achrol para visitar la familia de Tara, en su aldea. Siempre que en
los viajes de Mango Shape hemos visitado a esta familia, que son amigos de Tali
desde hace muchos años, nos han recibido con las manos abiertas, y este año no
fue una excepción, mostrándonos su casa, como vive una familia unida en el
campo, en India. Nos ofrecieron un típico pica-pica de la región, en el que no
faltó un buen chai de leche de búfala
de su propia granja.
Esta vez se sentía algo de tristeza en el ambiente,
ya que el padre de
Tara, el cabeza de familia, había fallecido pocos meses
antes, cosa que también nos permitió observar como se vivía el luto en una
familia hindú. La India es un país de extremos, en donde al final de todo se
manifiesta en perfecta harmonía.
Al dejar la casa de Tara, con poco hambre, paramos en el McDonald’s
de Jaipur, para tomar un breve almuerzo
antes de nuestra nueva aventura: un viaje en el tren Shadabdi.
Llegamos con tiempo a la estación de tren de Jaipur, para
vivir el ambiente de la estación: familias enteras esperando su tren, los
porteadores de maletas, la gente que aprovechaba el tiempo para echarse una
siesta en el suelo de la estación, ante la larga espera de su tren… Así como la
gente que vive del negocio del tren, la gente que pide, que vende candados, los
puestos de revistas, té chai y
comida. Nuestro tren rumbo a Delhi era muy cómodo y bastante nuevo. Durante
todo el viaje nos ofrecieron agua, té, comida, periódicos… Sin duda fue una
inolvidable experiencia. Llegamos cansadas y llenas de experiencias a nuestro
último destino del viaje, a la enorme ciudad de Delhi.
Día 13 –
Delhi – 5 NOV 2013.
Delhi la capital de India. Una gran ciudad, de unos 20
millones de personas que la cruzan cada día. Lo cual se nota en la
contaminación, el cielo brumoso, con los cuervos, el tráfico y la multitud de
gente. Pero Delhi es mucho más que esto, y estábamos a punto de descubrirlo...
Empezamos el día con un viaje en rickshaw
de bicicleta por la Vieja Delhi.
El paseo fue por las estrechas calles del gran
mercado de Chandi Chuck, por las callejuelas de los Saris, joyas y especias… Fuimos
testigos de cómo se levantaba un nuevo día en el mercado. De allí fuimos a
conocer la Nueva Delhi: el Parlamento, la residencia del primer ministro y la
Puerta de la India. Pasando por las amplias, limpias y verdes avenidas; por diferentes embajadas y
casas residenciales, un ambiente bien diferente del que veníamos en la Vieja
Delhi. Visitamos el Raj Gath (significa patio real), un memorial en recuerdo al
líder hindú, Mahatma Gandhi. Dedicamos este ambiente y este momento para el
último encuentro de grupo, el cierre de nuestro viaje, ya que nuestras viajeras
americanas se iban a despedir de nosotras a última hora de esa misma tarde,
partiendo en su viaje de regreso a casa. Formamos un círculo en plena
naturaleza, con las energías de Gandhi acompañándonos, y compartimos nuestros
aprendizajes del viaje...
Y ahora tocaba hacer últimas compras. Empezando por el
centro de Delhi, Jan Path y continuando por el complejo de Santushti, ya que
había que volver a casa con los encargos de la tienda Anokhi.
Cerramos nuestra última tarde con una invitadación a un cocktail en casa del señor Gupta, dueño
de Paradise, donde no faltó el alcohol y los buenísimos y típicos pica-picas
hindúes. Esta vez también tuvimos una tarta con velas para celebrar el quinto
viaje de mujeres a la India de Mango Shape. Nos vestimos con Sari, bailamos, y
descubrimos nuevas estrellas entre nosotras, actrices con talento hasta para
bailar estilo Bollywood con los jóvenes y dejarlos sin aire…
Cerramos el día con una cena a una hora temprana,
despidiéndonos de Dorit, Dalit y Dafna, que volvían a sus casas en Estados
Unidos… a ellas, les esperaba un largo viaje de más de 30 horas hasta llegar a
su casa. Por otra parte, también tuvimos que despedirnos de Ángeles, Pili,
Laura y Silvia que extendían su viaje un día más, para conocer el Taj Mahal, en
la ciudad de Agra. Las últimas horas antes de tomar nuestro vuelo rumbo a casa
la dedicamos a descasar y a reírnos mucho entre todas, reviviendo juntas nuestras
aventuras de este increíble viaje. Mientras la mayoría de nosotras nos íbamos a
trasladar al aeropuerto internacional de Delhi para tomar nuestro vuelo rumbo a
casa, las que quisieron extender su viaje al Taj Mahal se dirigían a la
estación de tren.
Relato del Viaje a Agra.
A primera hora de la mañana volvemos a la estación de
tren de Delhi, esta vez para pasar el día en Agra. Vemos porteadores,
vendedores ambulantes, mendigos, vacas sagradas, perros salvajes, niños y
muchos viajeros apresurándose e incluso cruzando las vías y subiendo al tren en
marcha. Añadimos un episodio más en la experiencia india por sus ferrocarriles!
Tenemos dos horas por delante para mirar al otro lado del
cristal, descansar, comer lo que nos ofrecen, etc. No obstante, llegar a Agra y sentir el
magnetismo del Taj Mahal fue el mejor final para el viaje.
El guía local nos recibe en Agra, antigua capital
de la dinastía Mogol. Por el trayecto nos cuenta con divertimento las venturas
y desventuras del Palacio del amor, el Taj Mahal. Dominando el sagrado río
Yamuna, el Taj Mahal, fue el emperador Shah Jahan quien decidió en 1632
construirlo en honor a su queridísima esposa, Mumtaz Mahal, muerta al dar a luz
a su noveno hijo.
Es el mausoleo más famoso del mundo y pese a todo sorprende
mucho a su llegada. Sorprende el espacio inabastable y la blancura
resplandeciente de su cúpula sobre el cielo anaranjado de la atmosfera de la
India. Los ojos desean fotografiarlo todo, por suerte el guía nos hace de
fotógrafo experto y nos muestra los mejores rincones para inmortalizar el
momento.
Entre los detalles nos quedamos con el mármol purísimo,
decorado con piedras preciosas incrustadas tan perfectamente que parecen
pintadas. Nos admiramos también por la exquisita caligrafía con la que están
escritas las citas árabes del monumento.
Muestra que la India es una sucesión de sorpresas es el
Castillo Rojo, pues después de visitar el Taj Mahal uno no espera encontrarse
con una fortaleza palaciega tan imponente edificada con piedra roja. Los jardines
y los múltiples arcos, demuestran el gusto artístico de los soberanos mogoles,
donde estuvo encerrado el mismo Shah Jahan, encarcelado por su hijo y desde
donde observaba el Taj Mahal en los últimos años de su vida.
El día se completa con la visita a un taller de artesanía
de mármol con incrustaciones preciosas, trabajo impresionantemente detallista.
A última hora de la tarde, de regreso a Delhi con el
tren, nos domina el cansancio del día y del viaje intenso y nos dejamos llevar
para pasar la última noche en la India. La vuelta a casa nos espera! Eso sí,
nos vamos con la maleta llena de experiencias compartidas con el grupo y con la
Madre India!
Todas
estas experiencias contadas aquí, fueron acompañadas de momentos de silencio,
de meditación, de risas y alguna lágrima, de intervenciones individuales y
encuentros grupales para quien quisiera aportar algo o compartir sentimientos.
Lecturas de cuentos y de la palabra del día, en este viaje dedicada a los
colores (cada día uno distinto, con sus cualidades, su significado, sus
matices…).
Solo
decir que a la vuelta, algunas de nosotras nos hemos seguido reuniendo para
recordar y compartir, y todas tenemos sentimientos parecidos, de nostalgia, de
muy buen sabor y de mucho agradecimiento. Como siempre, la Madre India dejó una
gran huella. Gracias a todas.
“El
sol no espera a que se le suplique para derramar su luz y su color. Imítalo y
haz todo el bien que puedas sin esperar a que se te implore”. Epicteto.
OCT - NOV 2013
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