Mujeres Compartiendo experiencias y vivencias
Celebrando dos años de viajes de
mujeres a India por Mango Shape, en Olokuti.
Era una tarde de verano, sin
mucho calor, en el jardín de la tienda Olokuti, en Barcelona. Nos hemos reunido, para celebrar dos años de viajes de mujeres con Mango Shape
a la India. Han asistido mujeres de los tres
diferentes viajes, acompañadas por nuevas mujeres que este octubre serán parte del viaje al Sur de la India. Y como no, algunas
caras nuevas o conocidas, que quieren conocer mas este proyecto
de viajes de mujeres.
Con el ambiente del bello jardín de Olokuti; con los arboles, las
flores y el sonido de los pájaros, nos sentimos apartadas de la ciudad y del día, día. Para despertar los sentidos,
nos acompañaron las mantras de Snatam Kaur. Los sabores de la India, entre el salado, el picante y el dulce
sabor de las galletas fritas, con sésamo, que parecían unas autenticas rosas. No faltaba el
aroma del incienso y alguno u otro mosquito, para los cuales veníamos preparadas.
He partido la celebración dando
las gracias y presentando el proyecto de los viajes y su singularidad. Ese momento fue acompañado por el bello mail de nuestra amiga y compañera de
viaje, Argelia.Por la distancia no podía estar, ya que vive en
Venezuela, lo cual no le impide ser parte (ver archivo num. 1).
Después hemos dedicado el momento presente para consagrar
el aquí y el ahora, con un momento de meditación. Cerrando los ojos, respirando, inhalando y exhalando,
sintiendo como el aire llena nuestros pulmones, pecho y cuerpo. Dando gracias a que respiramos, estando presentes en
este momento, con la mente, el corazón, el cuerpo y el alma.
La otra parte del encuentro, fue dedicada a las experiencias y vivencias que
hemos vivido en los diferentes viajes. En ese momento, Maite nos ha leído la bella vivencia de Belén,
la cual viene adjuntada (ver archivo 2).
Después hemos compartido nuestras vivencias, experiencias, anécdotas,
emociones y nuestros aprendizajes.
Pilar y Maite compartieron el
sentimiento de ser parte en las visitas a los templos Shik. Entrar sin
zapatos, pasar los pies por agua y tocar el suelo frio de mármol, descalzas...
Una vez dentro del templo, la sensación de ser parte integra, del
rezo, de las mujeres, de la cocina y del comedor. Vivir de esa manera la noche
con la pooja o la mañana, con el amanecer.
Remi nos leyó el escrito de su hermana, Antonia, que
no podía asistir (ver archivo num 3). También nos recordó Remei, la
vivencia en la aldea, con la familia de Tara, el baile que hemos bailado todas,
y una vez mas, las mujeres. Josefina y Mireia hablaron de las amistades que se
crean en el viaje y siguen siendo parte de sus vidas. Nos hemos acordado
de la relación que se creo entre Mireia y una pequeña niña del
orfanato de la
Madre Teresa, a base de un grano de arroz.
Ha sido un momento muy agradable, para compartir juntas, experiencias que hemos
vivido y que siguen vivas en cada latido de nuestra vida.
A las 21:30, cierran en Olokuti, sino, probablemente seguiríamos hablando
más. Nos despedimos llenas de energías y alegría, y cada una
tomo su camino a casa. Un poco como en los viajes, la experiencia sigue presente.
Quiero cerrar
la crónica con la vivencia compartida por Antonia, del puente de
Rishikesh.
La ciudad de Rishikesh tiene dos
puentes, que unen las dos partes de la ciudad. La cual esta separada por
el rió Ganjes. Es una ciudad muy sagrada para el Hinduismo, y
ese aire se respira en ella. Por el puente pasan personas, vacas, motos,
bicicletas, monos y...
Decía Antonia, que para ella
lograr cruzar el puente de un lado al otro; dejar pasar a la
vaca sagrada, dejar a los campesinos adelantar, moverse por el sonido de
la bocina de la moto que te avisa que quiere pasar y como no, los monos... Para ella
eso ya es un logro, y a veces en el día, día cuando se presenta un momento más delicado, ella visualiza el puente y pasa al otro lado.
Gracias a todas por asistir, por
ser parte y por vivir y disfrutar estos momentos juntas.
Mi felicitación por los DOS AÑOS DE VIAJES DE MUJERES A INDIA
Como feliz participante del primer viaje de mujeres a la India organizado por Mango Shape, felicito a Tali y a todo el grupo de personas que, girando en torno a la idea central de compartir espacios, experiencias y sueños, sigue acompañando tan bello proyecto.
En estos dos años, quienes hemos podido regalarnos uno de estos viajes (¡o más!) formamos una especie de hermandad, de red de afectos y de recuerdos.
Que vivamos en otros países no impide una cercanía intensa con Mango Shape.
Los mejores deseos para todos y todas, con un abrazo lleno de entrañable afecto.
Argelia Ferrer,
Venezuela.
Julio 2012
UNA DE MIS TANTAS VIVENCIAS EN LA INDIA
Mis muy queridas amigas,
Es un gran placer compartir con todas vosotras este momento y saber que estaremos juntas en mi tercer viaje a India.
Comencé esta aventura al cumplir mis 45 años como un gran regalo que me hacía: un sueño que se convertía en realidad y que hizo que en mi vida hubiese un antes y un después, no solo por la frontera cronológica, sino también por convertirme en una mujer distinta: más serena, sensata, disciplinada y mejor ser; conocer a unas mujeres maravillosas que hoy son para mi amigas muy especiales con las que comparto experiencias especiales.
Tali me pide que relate una de mis vivencias en India; es difícil escoger ya que todos los recuerdos vividos son especiales y están guardados en mi corazón.
Os contaré una de las experiencias del primer viaje al estado de Rajastán en 2010.
Nuestra llegada a Rshikesh supuso un vuelco maravilloso en el viaje; todo era distinto: el paisaje, los olores, la gente, los colores,… eso tiene la India, una gran diversidad que te embriaga y te hace estar siempre alerta.
Rishikesh es un lugar sagrado y muy espiritual, situado en las estribaciones del Himalaya, con una naturaleza muy potente. El río Ganges y las montañas le dan una gran fuerza y todo va cambiando de color según la hora del día.
El lugar es un conjunto de Asrams, templos, gente, naturaleza y el río Ganges; el clima es sano y limpio, impregnado de una santidad que se siente y se vive.
Pasamos por uno de sus puentes que sin parecer una gran obra de ingeniería, soporta a peregrinos, monos, motos, vacas y foráneos. Llegamos a Parmarth Ghat para vivir la ceremonia de Arti a orillas de la madre Ganga. La ceremonia es muy emotiva y viva; los jóvenes novicios con sus túnicas naranjas se agrupan junto a sus respetados maestros. El centro dominado por el fuego y el ambiente animado con un ritmo de espirituales cánticos.
Ofrecimos al Ganges unas ofrendas con flores, incienso y fuego que se alejaron por el cauce seguidas por nuestras miradas y nuestros deseos de perdón y protección.
Fue un momento glorioso de emoción observando el río decorado con una procesión de ofrendas iluminadas que se llevaban nuestros deseos.
Recuerdo a una señora foránea mayor y con el cabello largo y blanco que danzaba de una forma extraña. Me quedó la intriga de saber si era una dama muy espiritual o se había pasado con la marihuana.
La noche fue un gran regalo con el sonido del Ganges, el frescor de la montaña, y los lejanos cánticos que nos llegaban desde los templos.
Por la mañana nos dirigimos en yeep hasta el templo Kunjapuri. El ascenso por la montaña es impresionante; pendiente en todo momento por esa manera tan peculiar de conducción tan propia de la India. Forma parte del viaje el vivir los desplazamientos con emoción y subidón de adrenalina.
Compré una ofrenda de telas, flores, incienso y henna, para ofrecerla a la Diosa Durga. Realizamos una gran subida por unas escaleras donde a medida que asciendes vas tocando unas campanas que avisan de tu llegada.
Ya arriba me fascinó la vista del panorama que allí encontramos: una cadena montañosa donde se juntan las montañas de Pakistán, el Tíbet y Nepal.
Antiguamente aquí se sacrificaban a seres humanos; en la actualidad han optado por los cocos que son sagrados en la India y que tienen tres agujeros como las personas: los ojos y la nariz. Al abrirlo sale agua, como sangre en el ser humano.
Observé el árbol de los deseos que me llamó la atención por su decoración de cintas de colores. Até un lacito: el día que se cumpla mi deseo, debo regresar para desatarlo. Así lo espero.
Buscamos un lugar para meditar y cuando nos íbamos a sentar, nos salió al encuentro una señora de unos 100 años que nos echó muy malhumorada; allí vivía ella y no le gustó ser invadida por unas tipejas tan mal vestidas. Me sorprendió gratamente la fuerza y seguridad de un ser tan frágil y tan fuerte a la vez; seguramente se había contagiado de las montañas.
Nos asentamos en otro lugar frente a la inmensidad de la naturaleza y guiadas por la dulce Diana, realizamos una meditación maravillosa.
Fue un momento glorioso que me dejó huella para toda la vida: nunca soñé poder estar en un lugar tan imponente, con una naturaleza tan fuerte y meditando junto a unas mujeres escogidas por el universo para compartir ese preciso instante. He de añadir que en ese silencio natural que nos invadía, nos sorprendió sin esperarlo un griterío fantástico de nuestra amiga centenaria, que parecía haber tenido algún desacuerdo con un pobre sacerdote al que no se cortó ni un pelo en ponerlo en su sitio.
Me hizo pensar que en todos los lugares del mundo se repiten las mismas circunstancias y que a pesar de la espiritualidad allí sentida también había vida cotidiana; me alegró pensar que esa viejita no era tan distinta a mí.
Descendimos y saboreamos un sabroso almuerzo en Chotiwala: una bandeja de tali con lentejitas, arroz, yogurt, pimiento y bolitas dulce.
Nos dirigimos al tan esperado encuentro con un guru en un Ashram a orillas de Ganges. Era un señor de mediana edad, melena negra por los hombros y mirada serena.
Me llamó la atención que entre los cuadritos de dioses que había en la sala, estaba el del Cristo del Corazón de Jesús.
Meditamos un momento y nos habló de la mujer, de la educación, del yoga y la meditación.
Le pregunté que siendo un gurú y habiendo elegido ese camino, si su vida siempre estaba presidida por la felicidad o tenía momentos difíciles.
Respondió que por supuesto tenía días y momentos difíciles, en los que se concentraba y realizaba “la respiración de fuego”: inspirar y expirar rápido y fuerte, y la última expiración era la más fuerte: así eliminaba los pensamientos no gratos y esos momentos difíciles.
A la salida de ese encuentro me compré un bello Buda para que siempre me recordara ese precioso lugar y la experiencia vivida. Siempre que lo miro me recuerda a Rishikech y en mis días difíciles recurro a la respiración de fuego; sino consigo eliminar los pensamientos no gratos, recuerdo que no soy tan distinta de nuestra viejita centenaria de las montañas del Himalaya.
Hasta pronto mis queridas mujeres viajera.
Belén Hita
Hola Chicas,
Tali me ha pedido que escriba unas palabras, ya que no puedo estar con vosotras.
He encendido un sándalo y he puesto unas mantras, para inspirarme,
Pero realmente no me hace falta, pues llevo a la India en el corazón, fue un flechazo instantáneo. Siempre digo que cuando llego a la India estoy en “estado de gracia”, todo me viene bien.
Luego esta el tipo de viaje que prepara nuestra Tali, que te deja ver la India autentica y a la vez tener la comodidad que mi edad requiere.
Y lo mejor que estos viajes me han proporcionado ha sido conocer a mujeres maravillosas. De las que aprendo y voy a seguir aprendiendo.
Espero con los brazos abiertos a las chicas nuevas y disfrutar juntas este nuevo viaje a la India.
Antonia Andreo
Tags: Turismo femenino, mujeres viajeras, organización de viajes, viajes mujeres, viaje mujer India, viajes mujeres India, viajar sola, grupo mujeres, viajes organizados mujeres, encuentros de mujeres, viajes a medida India, viajes personalizados India.